Los chakras son estructuras semejantes a lentes que recogen y amplían la luz que nos rodea.
Cada uno tiene un centro mayor y uno menor, mientras las capas del aura se presentan como un recipiente de toda la energía que fluye y se acumula como parte de nuestra persona.
Cada chakra tiene un color propio, el que determina la tonalidad de la que está compuesta nuestra aura. Según la predominancia de estos o el estado en el que nuestros puntos vitales de energía se encuentren.
Los colores irradiados dependen de la velocidad con la que se muevan estos discos giratorios a los que llamamos chakras.
Los tonos calidos (rojo, marrón y naranjo) son proporcionados cuando el movimiento es más bien lento. Mientras que los mas fríos (verde, índigo, violeta) están asociados a las velocidades mas altas.
La línea fronteriza entre ambos esta designada al color amarillo, el que constituye el punto de equilibrio entre los chakras.
La energía debe ser utilizada con la finalidad de encontrar una sintonía interior complementada armónicamente con el mundo que nos rodea.
Esto no nos sugiere que cambiemos nuestra forma de vivir. Sino mas bien su propósito va vinculado al aprendizaje de tácticas que nos hagan comprender la manera en que nuestro cuerpo funciona y como éste se conecta con la longitud de onda interna. Lo que provoca una tremenda sensación de bienestar y relajación. Ya que son los puntos centrales y lo más influyentes los que estamos dominando y sanando, logrando el anhelado equilibrio de los canales energéticos.
Esto indudablemente produce un beneficio mayor y mucho mas satisfactorio que cualquier posesión o logro obtenido en un plano material.
En occidente se conocen más de 30 técnicas, que abordan el manejo y limpieza de los chakras. Y todas ellas han demostrado un gran poder de eficacia.
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